Una de las más incisivas es la de un jardín, planteada por Crisipo, quien decía que los frutos del jardín representan la ética. Para conseguir buenos frutos debemos alimentar las plantas con los mejores nutrientes: el suelo del jardín es, en consecuencia, la física, que nos proporciona la comprensión del mundo en el que vivimos. Más aún, nuestro «jardín» se tiene que vallar para protegerlo de influencias indeseadas y destructivas, o lo invadirán las malas hierbas y no crecerá nada que sea de provecho: la valla es la lógica, que mantiene alejados los malos razonamientos.