«En el caso de las cosas particulares que te gustan, o te benefician, o a las que has cogido cariño, recuerda lo que son. Empieza con cosas de poco valor. Si te gusta la porcelana, por ejemplo, di: “Me gusta una pieza de porcelana”. Cuando se rompa, no te sentirás desconcertado. Cuando le des un beso a tu esposa o hijo, repite: “Estoy besando a un mortal”. Así no te sentirás tan desconsolado cuanto te los arrebaten.»