«Actuamos como si estuviéramos de viaje. ¿Qué puedo hacer? Puedo escoger al timonel, a los marineros, el día, el momento. Pero entonces se levanta una tormenta. ¿De qué me preocupo? Yo he cumplido con mi tarea: ahora debe actuar otro, el timonel. Si el tiempo es malo para navegar, nos quedamos sentados desconcertados, miramos continuamente y preguntamos: “¿Qué viento sopla?”. “El viento del norte.” ¿Qué podemos hacer con él? “¿Cuándo soplará el viento del oeste?” Cuando quiera hacerlo, buen señor».[4]