Los estoicos estaban de acuerdo con los cínicos en que la virtud es necesaria y suficiente para la felicidad, pero también se inclinaban hacia los peripatéticos al recuperar (cierto) interés en los bienes externos, que clasificaron como indiferentes preferidos y dispreferidos, que se pueden buscar, o evitar, siempre que no comprometan la integridad de carácter.