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Fabio llevaba más de una hora esperándome.
Sveta me había informado de que debería entregarle una foto de carnet. Ya lo tenía todo listo. Aproveché el apretón de manos para pasársela con máxima discreción. —Mi nombre es Manuel Bergman —le informé, muy serio. No sé por qué elegí Manuel, quizá porque rimaba con Rafael y fue lo primero que me vino a la cabeza. El apellido fue en honor al director de cine que tanto admiraba.
Me resultó fácil dejar de pensar en ellos como seres humanos y en mí como alguien especial. Un simple salto al vacío bastó. Cuando uno se adapta a las tinieblas, hasta el suelo desaparece bajo los pies y entonces quedas flotando en la oscuridad.
Quizá volver a la cama era lo mejor que podía hacer… Al menos los sueños eran algo que luego no solía recordar.