John Piper es más elocuente que yo en este punto y dice: Dios nunca desperdicia el don del sufrimiento (Fil. 1:29). El sufrimiento es dado a Sus ministros como a Él le place, y está diseñado para consolar y salvar a Su pueblo. El sufrimiento del pastor no es en vano. El dolor del pastor no es en vano. Ninguna adversidad es en vano. Cada angustia tiene el objetivo divino de consolar a los santos, aun cuando nos sintamos completamente inútiles.62