¿Sabes, Andréi? –continuó diciendo–, jamás ardió en mi vida ningún fuego ni salvador ni destructor. Al contrario de lo que suele sucederle a los demás, mi vida no fue nunca un amanecer que poco a poco adquiere color para convertirse luego en un mañana radiante, cuando todo bulle y se mueve en el esplendoroso mediodía, y se desvanece paulatinamente para extinguirse con toda naturalidad y poco a poco al anochecer. No, mi vida empezó apagándose. Parece extraño, pero así es. Desde el primer instante que tuve conciencia de mí mismo, ya sentí que declinaba. Empecé a declinar en la oficina, copiando
...more
This highlight has been truncated due to consecutive passage length restrictions.