El costo de este fracaso es incalculable. No quiero ser ave de mal agüero, pero presiento que nos esperan tiempos turbulentos por cuenta de unas heridas que no sanaron bien. La historia lo dirá. Entre tanto, recuerdo a mi mamá, que siempre me decía: el Espíritu Santo te ilumine; pues ojalá nos ilumine a todos.

