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February 12 - February 14, 2018
A veces se nos olvida lo importantes que son los maestros: cambian la vida de sus estudiantes todos los días.
Esa enfermedad violenta de descalificar con agresiones y epítetos vive entre nosotros desde hace muchos años.
lo común en la política colombiana es lo contrario: improvisar discursos con generalidades, lanzar promesas irresponsables y disfrazar la negligencia con ofertas esplendorosas pero irrealizables.
También vino a colaborarnos Antanas Mockus, el ídolo nuestro en ese tiempo, el que nos mostró que se podía, que había un camino diferente dentro de la política, el que encarnó una verdadera ruptura.
Antanas Mockus y yo hemos sido los únicos dos alcaldes en la historia de Colombia que no hemos hecho coaliciones con el Concejo.
He repetido una y mil veces y repetiré hasta el final que la forma como se llega al poder, es decir, como se ganan las elecciones, define cómo se gobierna.
Cuando tomamos esa decisión, algunas personas se ofendieron porque la única obra de Salmona en Medellín quedaría en Moravia; les respondí: Me metí a la política justamente para llevar la obra de Salmona a un barrio como Moravia. Para eso es el poder.
Operación Orión, una acción militar que dejó serias dudas y que nunca planteó la intervención social necesaria para evitar la reproducción de los males que dijo combatir.
De lo que poco hablamos es que en Colombia la educación es fundamentalmente un problema individual, de cada familia.
La educación integra ciencia, tecnología, innovación, emprendimiento y cultura, todas esas actividades que giran alrededor de la inteligencia y las capacidades de las personas, y que las convierten en ciudadanos.
Ministerio de Educación, que casi siempre está dando órdenes e instrucciones desde lejos, sin contar, a pesar de algunas valiosas excepciones, con los municipios ni las gobernaciones, y por ende excluyendo a las comunidades, y si no las dejan intervenir las comunidades no asumen responsabilidades ni se comprometen y por lo tanto no se transforman.
Cuando un niño pobre llega a estudiar al mejor salón de clase del país, tan lindo como a los que van los niños ricos, enviamos un poderoso mensaje de inclusión social.
Hablé con Lucho Garzón, con el que me había entendido muy bien cuando fuimos alcaldes simultáneamente; con Enrique Peñalosa, a quien conocí después de que terminó su alcaldía y que nos apoyó y acompañó a repartir volantes en la campaña del 2003; y con Antanas Mockus, con el que compartíamos de tiempo atrás la apuesta por una política diferente.
A ese grupo que fuimos formando se unió Marta Lucía Ramírez, una mujer valiosa con la que desde ese momento construí una relación de respeto y cariño.
Todavía me indigna recordar cómo lo insultaron, llamándolo con sorna profesor y cómo utilizaron su enfermedad para ponerlo en entredicho.
El costo de este fracaso es incalculable. No quiero ser ave de mal agüero, pero presiento que nos esperan tiempos turbulentos por cuenta de unas heridas que no sanaron bien. La historia lo dirá. Entre tanto, recuerdo a mi mamá, que siempre me decía: el Espíritu Santo te ilumine; pues ojalá nos ilumine a todos.
De inmediato tenemos que dedicarnos a poner en marcha un proyecto de cultura ciudadana para la convivencia y la legalidad. Tenemos que aprender a no agredirnos y a no hacernos trampa.
Repito por última vez en este libro: cuando se reconoce a una persona, una comunidad, a partir de su dignidad, con respeto, y con ellas se apuesta por el desarrollo de sus capacidades, en ese momento y solo en ese momento, se empieza a producir la transformación.
A dar ejemplo, que es la mejor forma de educar. Por eso rezo en mi mente la que llamo mi oración:

