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Yo hablo como proletaria de la feminidad, desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy.
Resulta asombroso y, como poco, moderno, que sea un dominante el que venga a quejarse de que el dominado no pone bastante de su parte…
Traed hijos a ciudades donde la vivienda es precaria, donde el colegio se da por vencido, donde se somete a los niños a las agresiones mentales más perversas, a través de la publicidad, la televisión, internet, las empresas de refrescos y todos sus colegas.
Hace falta ser idiota, o asquerosamente deshonesto, para pensar que una forma de opresión es insoportable y juzgar que la otra está llena de poesía.
¿Qué es lo que exige ser un hombre, un hombre de verdad? Reprimir sus emociones. Acallar su sensibilidad. Avergonzarse de su delicadeza, de su vulnerabilidad. Abandonar la infancia brutal y definitivamente: los hombres-niños no están de moda. Estar angustiado por el tamaño de la polla. Saber hacer gozar sexualmente a una mujer sin que ella sepa o quiera indicarle cómo. No mostrar la debilidad.
El capitalismo es una religión igualitarista, puesto que nos somete a todos y nos lleva a todos a sentirnos atrapados, como lo están todas las mujeres.
Tres con un fusil contra dos chicas a las que han pegado hasta hacerlas sangrar: no es una violación. La prueba: si verdaderamente hubiéramos querido que no nos violaran, habríamos preferido morir, o habríamos conseguido matarlos.
Porque los hombres, claro está, condenan la violación. Lo que ellos practican, eso es otra cosa.
Camille Paglia es, sin duda, la más controvertida de todas las feministas americanas. Propone pensar la violación como un riesgo inevitable, inherente a nuestra condición femenina.
“Entonces dadnos el derecho de correr el riesgo de ser violadas”».
Era el proyecto mismo de la violación lo que hacía de mí una mujer, alguien esencialmente vulnerable.
Lo que me da rabia no es lo que los hombres hacen o son, sino lo que quieren impedirme que haga o lo que quieren obligarme a hacer.
Pero teniendo en cuenta que el mundo económico actual es lo que es, es decir una guerra fría sin piedad, prohibir el ejercicio de la prostitución en un marco legal adecuado, es prohibir a la clase femenina enriquecerse y sacar ventaja de su propia estigmatización.
cuando afirmamos que la prostitución es una «violencia contra las mujeres» es para que olvidemos que es el matrimonio lo que constituye una violencia contra las mujeres y, de modo general, todo lo que aguantamos.
No somos ni siquiera extranjeras: nos ponen subtítulos todo el tiempo, como si no supiéramos lo que tenemos que decir. No lo sabemos tan bien como los machos dominantes, habituados como están desde hace siglos a escribir libros sobre la cuestión de nuestra feminidad y sobre sus implicaciones.
Después de unos años de buena, leal y sincera investigación he acabado llegando a esta conclusión: la feminidad es una puta hipocresía. El arte de ser servil.
Estar acomplejada, he aquí algo femenino. Eclipsada. Escuchar bien lo que te dicen. No brillar por tu inteligencia. Tener la cultura justa como para poder entender lo que un guaperas tiene que contarte. Charlar es femenino. Todo lo que no deja huella.
imaginan, tranquilamente, que las niñas nacen en una suerte de rosas virtuales y que se convertirán después en criaturas dulces y pacíficas. Incluso cuando se ven arrojadas a un mundo hostil donde más vale saber cómo dar un buen cabezazo si quieres sobrevivir mínimamente.
Por suerte, existe Courtney Love, en particular, y el punk-rock en general. Una tendencia a amar el conflicto. Intento recuperar la salud mental bajo mi sombra de rubia. El monstruo que habita en mí no se rinde.
Se quieren entre hombres. Se follan unos a otros a través de las mujeres, muchos de ellos piensan en sus amigos mientras la meten en un coño.
El feminismo es una revolución no un reordenamiento de consignas de marketing, ni una vaga promoción de la felación o del intercambio de parejas, ni tampoco una cuestión de aumentar el segundo sueldo. El feminismo es una aventura colectiva, para las mujeres pero también para los hombres y para todos los demás. Una revolución que ya ha comenzado. Una visión del mundo, una opción. No se trata de oponer las pequeñas ventajas de las mujeres a los pequeños derechos adquiridos de los hombres, sino de dinamitarlo todo.

