No lo mandes todo a tomar por óxido, Essun. Haz que mi amor y el de Innon no hayan sido en vano.» —¿Qué? —preguntas, pero la criatura titila y se vuelve translúcida. Por primera vez reparas en que la manera en que los comepiedras se mueven por la roca y la manera en que los obeliscos pasan de un estado sólido a otro irreal son la misma. Es una observación inútil. Antimonio se desvanece en el interior de esa Tierra que te odia. Con Alabastro.

