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pensar que casi me enamoro de la piel de sus manos, de su pecho, de sus pies que nunca habían pisado tierra áspera en su vida y de sus ojos que cuando te dedicaban la otra mirada, la de semblante dulce, te portaban el milagro de la resurrección. Nunca era demasiado tiempo el que pasabas mirándolos, sino que necesitabas seguir al tanto para averiguar por qué no podías evitarlo.
Hoy el dolor, las esperanzas, la excitación de lo novedoso, la promesa de tanta dicha rondando las puntas de los dedos, el comportarme torpemente con gente a la que podía llegar a malinterpretar pero que no quería perder y por lo tanto debía hacer constantes conjeturas, el ingenio desesperado que le brindo a todo el mundo que quiero y deseo que me quiera, las separaciones que intercalo entre el mundo y yo que no son solo una, sino una serie de capas de puertas deslizables de papel de arroz, el impulso por codificar y descodificar lo que ni siquiera estuvo jamás en código.
Está grabado en cada canción que sonó aquel verano, en cada novela que leí durante su estancia y después, en cualquier cosa, desde el olor del romero en los días calurosos, hasta el ruido frenético de las cigarras por las tardes. Los sonidos y los olores con los que he crecido y que conozco de cada año de mi vida de repente se volvieron en mi contra y adquirieron un cariz tintado por lo ocurrido aquel verano.
Tan solo calla, no digas nada y, si no puedes decir «sí», tampoco digas «no», di «luego». ¿Es esta la razón por la que la gente dice «quizá» cuando quieren decir «sí», con la esperanza de que creas que es un «no» mientras que lo que en realidad significa es «por favor, pregúntamelo una vez más, y después otra vez»?
«Por favor, no me hagas daño», lo que significaba: «Hazme todo el daño que quieras».
Existe una ley en algún lugar que dice que cuando una persona está totalmente enamorada de otra, es inevitable que la otra lo esté también. Amor ch’a null’amato amar perdona. «El amor no exime de amar a quien es amado», palabras de Francesca en el «Inferno». Solo tienes que aguardar y tener esperanza. Yo la tenía, aunque quizá esto fuese lo que he querido todo el tiempo. Esperar para siempre.
hay ciertos deseos que deben ser sujetados con alfileres como las alas de una radiante mariposa.
Todos tenemos nuestra propia forma de rebeldía.
Entonces ¿era él mi hogar, mi vuelta a casa? Tú eres mi retorno al hogar.
Si existe la verdad en el mundo, esta miente cuando estoy contigo, y si algún día encuentro el coraje para decirte mi verdad, recuérdame que encienda una vela de agradecimiento en todos los altares de Roma.
—Si no es luego, ¿cuándo?
Si no es luego, ¿cuándo? ¿Y si me había descubierto y había destapado todos y cada uno de mis secretos con esas cinco afiladas palabras?
abre la puerta del todo a tu cuenta y riesgo, créeme, no quieres oírlo. Quizá deberías irte ahora que aún estás a tiempo.
Haz locuras si crees que debes,
Incluso cuando tú eres mi mundo ahora mismo, incluso si en tus ojos se oculta un universo horrible y despreciativo. Esa dura mirada tuya, Oliver, preferiría morir antes que verla de nuevo una vez te lo hubiese confesado.
Zwischen Immer und Nie. Zwischen Immer und Nie. Entre siempre y nunca. Paul Celan.
—¿Te gusta estar solo? —me preguntó. —No. A nadie le gusta estar solo. Pero he aprendido a vivir con ello.
—Me gusta la forma en que dices las cosas. ¿Por qué siempre te estás menospreciando? Me encogí de hombros. ¿Me estaba criticando por criticarme a mí mismo? —No lo sé. Así que supongo que tú no lo haces. —¿Tanto miedo tienes de lo que los otros puedan pensar?
Véndame los ojos, cógeme la mano y no me pidas que piense. ¿Harías eso por mí?
La gente que lee se oculta. Ocultan quiénes son. La gente que se esconde no siempre aprueba su propia forma de ser.
«Llámame por tu nombre y yo te llamaré a ti por el mío», algo que no había hecho jamás en mi vida y que, en cuanto pronuncié mi propio nombre como si fuese el suyo, me llevó a un lugar que no había compartido jamás con nadie antes, ni desde entonces he vuelto a hacerlo.
Emily Brontë: «Porque él es más yo que yo mismo».
En tu situación, si hay sufrimiento, domínalo, y si queda alguna llama, no la apagues, no seas cruel. La ausencia puede ser algo terrible si nos mantiene despiertos toda la noche, y ver cómo alguien nos olvida antes de lo que hubiésemos deseado no ayuda. Nos desprendemos de tantas cosas propias para poder curarnos lo más rápido posible que a la edad de treinta ya estamos en bancarrota y cada vez tenemos menos que ofrecer cuando empezamos una nueva relación con alguien. Sin embargo, no sentir nada por miedo a sentir algo es un desperdicio.
La mayoría no podemos evitar vivir como si tuviésemos dos vidas, una es la maqueta a escala y la otra es la versión final, y luego están todas las adaptaciones intermedias. Pero solo hay una, y antes de que te des cuenta tienes el corazón gastado, y en lo que respecta a tu cuerpo hay un punto en el que nadie se fija, y mucho menos quiere acercarse a él. Ahora sientes pena. No envidio ese dolor. Pero sí envidio que puedas sentirlo ahora.
—Soy demasiado mayor para sorpresas. Aparte de que siempre llevan un canto afilado para hacer daño. No quiero que me hieran, al menos tú no.
él era más yo de lo que yo lo había sido nunca, ya que desde que se convirtió en mí y yo me transformé en él en la cama hace tantos años, iba a seguir siendo para siempre, mucho después de que hubiésemos tomado caminos muy distintos en la vida, mi hermano, mi amigo, mi padre, mi hijo, mi marido, mi amante, yo.
Habíamos encontrado las estrellas, tú y yo. Y esto solo se consigue una vez.
Veinte años fue ayer, y ayer era esta mañana, y esta mañana parece estar a años luz.
Si te acuerdas de todo, quise decirle, y de verdad eres como yo, entonces antes de que te vayas mañana, o cuando estés a punto de cerrar la puerta del taxi, te hayas despedido de todos los demás y no quede nada que decir en esta vida, entonces y solo entonces, vuélvete hacia mí, aunque sea en broma o como una última ocurrencia que hubiese significado todo para mí cuando estábamos juntos, y, al igual que hiciste en aquel entonces, mírame a la cara, aguántame la mirada y llámame por tu nombre.

