Y, aun en el caso de que los ilumines pero veas que la gente no se salva ni siquiera bajo tu luz, tú mantente firme y no dudes de la fuerza del reino de los cielos. Ten fe en que, si ahora no se han salvado, se salvarán después. Y, si no se salvan después, se salvarán sus hijos, pues tu luz no morirá aunque tú ya hayas muerto. El hombre justo parte, pero su luz permanece. Los hombres siempre se salvan después de la muerte de su salvador.

