Cuando te quedes solo, ora. Ama el acto de hincarte de rodillas en la tierra y cubrirla de besos. Besa la tierra incansablemente, ámala insaciablemente, ama a todos, a todo, busca el éxtasis y la exaltación. Humedece la tierra con las lágrimas de tu alegría y ama esas lágrimas. No te avergüences de tu exaltación, apréciala, pues es un gran don de Dios, y no se les entrega a todos, únicamente a los elegidos.

