Fernando Soto-Dupuy

5%
Flag icon
Miúsov recorrió con la vista, en un momento, todos esos «objetos rutinarios» y clavó la mirada en el stárets. Tenía en mucha estima su propia perspicacia, era ésa una de sus debilidades, una debilidad perdonable en su caso, si pensamos que había cumplido ya los cincuenta años, una edad a la que un hombre inteligente, mundano y con una posición holgada se vuelve siempre, aunque no lo quiera a veces, demasiado considerado consigo mismo.
Los hermanos Karamázov
Rate this book
Clear rating