Fernando Soto-Dupuy

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Antes de quedarse dormido, rezó por Mitia y por Iván. Comenzaba a comprender la enfermedad de Iván: «¡Los tormentos de una decisión orgullosa, de una profunda conciencia!». Dios, en quien no creía, y su verdad estaban venciendo al corazón, que aún no quería someterse. «Sí —se le pasó a Aliosha por la cabeza, reclinada ya sobre la almohada—, sí, habiendo muerto Smerdiakov, nadie creerá ya en el testimonio de Iván; pero ¡él se presentará y declarará!» Aliosha se sonrió dulcemente: «¡Dios triunfará! —pensó—. Renacerá a la luz de la verdad o… perecerá en el odio, vengándose a sí mismo y a todos ...more
Los hermanos Karamázov
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