Kindle Notes & Highlights
Además, nadie puede hacerte sentir nada, en absoluto.
Antes de estar aquí, eras completamente libre, nadie ni nada tenía poder sobre ti. Tenías la oportunidad de hacer cualquier cosa que te propusieras, eras el dueño de tu vida.
Eras libre también para pensar lo que quisieras y, por lo tanto, para elegir tus sentimientos. —¿Cómo que elegir mis sentimientos? —Sí. Tus sentimientos vienen, y solo pueden venir, de tus pensamientos. Así es como funciona: piensas en algo triste y te poner triste; piensas en algo que te molesta y te enojas...
te creías una víctima, siempre culpando a los demás y a las circunstancias de lo que iba mal en tu vida.
Ay, míralo, pobrecito! Cuando hablas así, te imagino como un esclavo de tu pasado, de los deseos de otras personas, de las circunstancias y de la suerte.
¿Se supone que yo podía controlar a los demás? —No tenías control sobre lo que pasaba, pero tenías y tienes control sobre lo que pasa en tu mente. Tú eres quien decide qué pensamientos tener y cómo reaccionar ante cualquier situación.
¿cómo podía yo reaccionar de forma positiva ante todos los problemas que tenía? —Tenías la opción de verlos como problemas o como obstáculos a vencer, como una maldición o como un reto. Si tú no eras quien decidía cómo reaccionar, ¿quién lo hacía?
Aquella noche tuve un sueño extraño. Yo era un títere de madera con varios hilos que salían de mis pies, manos y cabeza. En el otro extremo, diferentes personas hacían turnos para moverme; vi a mis padres, a algún que otro maestro, al cura de la iglesia y a una exnovia. Todos reían, haciéndome brincar y bailar, me ponían en posiciones ridículas y me obligaban a gesticular como un mono. En mi sueño yo sabía que podía romper fácilmente los hilos, pero prefería dejarles que me manipularan. Supongo que era más fácil dejar que otros eligieran por mí en lugar de hacerme responsable de mí mismo.
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—La culpa es un sentimiento inútil.
—Esta es una vida llena de contradicciones. Naces libre, pero debes trabajar en conservar tu libertad y debes hacerte responsable de ella. Tú, por ejemplo, estás vivo, pero no lo estás al mismo tiempo. Los doctores te creen un vegetal, pero estás consciente. Esperanza, en cambio —prosiguió—, tiene todas las posibilidades de hacer lo que se proponga, pero se siente paralizada, como tú.
—La palabra «trauma» viene del griego y significa ‘herida’.
el ser humano, nace totalmente libre, pero totalmente dependiente. De hecho, de todos los animales, es el que requiere más atención por parte de sus padres. El niño sabe que si sus padres no lo cuidan… ¡se muere! Entonces el amor se convierte, para él, en una cuestión de vida o muerte. Ahora bien, cuando el niño va creciendo no sabe nada en absoluto y… ¿de quién crees tú que aprende todo sobre la vida? —De sus padres. —Claro está.
—Ahora bien, el niño nada sabe tampoco acerca de sí mismo y… ¿de quién crees que aprende todo sobre él? —De sus padres también, obviamente. —Así es, el niño cree que estos dos seres poderosos, de los que depende su vida, lo saben todo y siempre tienen razón. Cuando tu padre te decía: «Eres un idiota y no sirves para nada», tú lo creías. —¡Claro que no! —¿No? ¿Qué te decías a ti mismo cuando cometías un error? —Soy un idiota.
—Así es, el niño cree que estos dos seres poderosos, de los que depende su vida, lo saben todo y siempre tienen razón. Cuando tu padre te decía: «Eres un idiota y no sirves para nada», tú lo creías. —¡Claro que no! —¿No? ¿Qué te decías a ti mismo cuando cometías un error? —Soy un idiota.
El niño, además, copia de sus padres la forma de relacionarse con todo lo que le rodea. Si el padre cree que todos los seres humanos son malos, el niño también lo cree. Si la madre siempre está preocupada o llena de angustia, el niño también se siente así.
Cuando eras un niño pequeño y cometías un error, tu padre te insultaba o a veces te pegaba; tú creías que eras malo, y eso te hería más que los golpes. Cuando tu madre te decía que si no te portabas bien ya no te quería, te hería también y te llenaba de angustia. —Entonces, ¡ellos tienen la culpa de todo! —No, señor, no seas necio. Ellos también tienen heridas y lo hacían lo mejor que podían con los conocimientos que tenían. Ellos también lo aprendieron de sus padres, y sus padres de sus padres. —Es un círculo vicioso. —Un círculo que se puede romper. —¿Sí? ¿Cómo? —Dejando de buscar culpables.
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—Entonces, ¡ellos tienen la culpa de todo! —No, señor, no seas necio. Ellos también tienen heridas y lo hacían lo mejor que podían con los conocimientos que tenían. Ellos también lo aprendieron de sus padres, y sus padres de sus padres. —Es un círculo vicioso. —Un círculo que se puede romper. —¿Sí? ¿Cómo? —Dejando de buscar culpables.
la culpa es, en realidad, el miedo a ser rechazado por los demás. Un miedo fundado en que, cuando eras pequeño, si tus padres te rechazaban, tu vida estaba en juego. Tus padres usaron la culpa para...
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La culpa es excelente para controlar a los demás.
En lo que ha fallado el hombre es en hacerse responsable de sí mismo y de su libertad. La persona que logra aceptar la responsabilidad de su vida se da cuenta de que es ella misma quien construye su propio destino y sabe que cada decisión que toma moldea su futuro.
—Siempre me fue muy difícil expresar mis sentimientos. Pensaba que al daros todo lo material demostraba mi amor. Ahora sé que no es así.
¿Cómo es que nunca pude ver que, detrás de ellos, había una historia de penas y alegrías que habían formado su manera de ser?
—Y no me refiero a esa compasión que se entiende como lástima, sino a la verdadera compasión: con-pasión, a intentar sentir como el otro, ponerse en sus zapatos y tratar de entender sus motivos. Cuando dejas de culpar a los demás por lo que te pasa, recuperas todo tu poder. Piensa en esto: si tú eres el responsable de tu vida, en ti están todas las respuestas que necesitas.
Somos realmente libres, eso significa que podemos cometer errores y que podemos afrontar las consecuencias de nuestros actos. Ser libres significa, también, que creamos nuestro futuro con cada decisión que tomamos, que el destino no existe, lo forjamos en cada momento.
—Nuestras creencias moldean nuestra existencia. Cualquier cosa que tú creas de ti mismo es cierta. Cualquier cosa que tú creas de los demás, y cualquier creencia que tengas sobre lo que pasa a tu alrededor, es también la verdad… para ti.
—Claro, discutir es querer que otra persona vea la vida como tú la ves y eso es… ¡imposible!
—Así es que… extrañas lo que ya tenías. —¡Sí! Antes era para mí lo más natural. Supongo que lo di por seguro y no me permití siquiera comprender la bendición que era mi cuerpo.
Mi vida estaba llena de bendiciones, pero yo siempre estaba insatisfecho—le
—Es como una competencia. Recuerdo siempre querer ser mejor que los demás: tener mejor coche, ser más guapo... Hoy daría sin pensarlo todo eso por, simplemente, poder abrazar a mis padres.
¿Por qué ese afán de ignorar lo que tenemos y enfocarnos en lo que no tenemos?
—Ay, ay, ay..., ¿por qué me pasa esto a mí? —repetía mi guía en tono burlón en mi cabeza—. Las cosas no te pasan a ti, simplemente pasan…
De alguna forma entendí que la única forma de estar en este mundo y con nuestros seres queridos es a través de nuestro cuerpo. Que la única forma de ser yo mismo es a través de mi mente. Que lo que yo soy es una combinación de historias, recuerdos, expectativas, creencias, anhelos y deseos… todos únicos y todos irrepetibles.
—Perdonar no es una acción en sí misma, perdonar es simplemente comprender. Cuando logras comprender que todos buscamos lo que creemos que es mejor para nosotros, que nuestras acciones son, por lo general, bien intencionadas, que todo lo que hacemos tiene como objetivo acercarnos a lo que creemos que es la felicidad, entonces te das cuenta de que no hay nada que perdonar.
Si tu pareja decide terminar vuestra relación e irse con otro, lo hace porque la relación que tiene contigo ya no la hace feliz y porque cree que estará mejor con esa otra persona; no lo hace por molestarte o por herirte, lo hace porque es lo mejor que puede hacer en ese momento.
La gente no te desilusiona, simplemente hace lo que puede hacer y, si no coincide con lo que tú crees que deberían hacer, entonces tú te desilusionas.
—No, una cosa es comprender y aceptar; y otra, muy diferente, es resignarse y aguantar.
—Dentro de todos nosotros hay una gran fortaleza que nos permite salir adelante en las peores situaciones
amar a otros es un acto de valentía. Amamos a pesar de saber que irremediablemente perderemos aquello que amamos, a pesar de saber que todo puede terminar, sin una garantía de recibir algo a cambio.
—Nada necesitas recibir a cambio del amor que das, ya que amar a otros es un regalo que te das a ti mismo.
—La gente que dice que sufre por amor en verdad esta sufriendo por creer que la persona amada tiene que hacer lo que él quiere, y eso es arrogante. La persona que sufre porque cree que su amado tiene que satisfacer sus necesidades, es egoísta. Eso que la mayoría de la gente llama amor es más bien como un contrato comercial que dice: «Me comprometo a amarte siempre y cuando seas como a mí me gusta, y siempre y cuando hagas lo que yo diga». En realidad, el amor es libre, no exige, no quiere cambiar al otro, no es posesivo, no es condicionado.
El dolor es parte de la vida, y viene de perder lo que amamos. El sufrimiento viene de no aceptar lo que pasa, de la idea de que podría ser diferente, de pensar que las cosas tienen que hacerse como a uno le gustaría.
no puedo hacer nada para cambiar lo que está pasando y, sin embargo, en el momento en que lo acepté dejé de sufrir. Lo que me parecía un castigo hace unos días, ahora me parece una bendición:
Ese es el gran poder que tiene el ser humano: la capacidad de elegir cómo reaccionar ante lo que le presenta la vida. Si bien no puedes controlar lo que pasa a tu alrededor, puedes decidir cómo interpretarlo y qué actitud tendrás. Eres responsable de lo que piensas, de las decisiones que tomas, de cómo lo quieres ver y vivir.
Lo que más puede llenar tu vida de sufrimiento y de frustración es creer que eres responsable de lo que otros sienten, piensan o hacen.
Fui yo quien se aferró a las penas del pasado para llenar mi presente de sufrimiento.
Fui yo mismo quien se llenó de inseguridades y dudas, de celos y resentimientos. Fui yo mismo quien se juzgó y se criticó por todo lo que hacía. Yo mismo perjudiqué mi salud y mi bienestar y fui yo mismo el responsable de los problemas de mi vida.
Hoy rechazo la culpa que siento por mis errores, ya que en nada ayuda y nada soluciona.
Aprendí, tarde, que yo era capaz de cambiar mi vida, a pesar de mis heridas y de las situaciones que me rodeaban.
Hoy admito que nadie tiene control sobre mis pensamientos. Hoy admito que nadie tiene control sobre mis sentimientos. Hoy me declaro libre de todas las heridas. Hoy es un buen día para morir.
Cuando decides perdonar, eres tú el que se libera y el que se deshace de la pesada carga del rencor.

