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Así, la Loca del Frente, en muy poco tiempo, formó parte de la zoología social de ese medio pelo santiaguino que se rascaba las pulgas entre la cesantía y el cuarto de azúcar que pedían fiado en el almacén.
Usted siempre habitará mis sueños, y se ocultará en el ramaje de mis pestañas para que yo lo descubra acechando con pena el vaivén de mi eterno dormir.
Porque usted, príncipe, será el elegido que cierre la cortina de mi última ilusión.