en el mundo inferior, en el más terrenal, en el mundo político, una temporal ausencia da al hombre de Estado una nueva frescura en la mirada, una mejor meditación y cálculo del juego de fuerzas político. Por eso, nada más feliz para una carrera que una temporal interrupción, porque quien sólo conoce el mundo desde arriba, desde la nube imperial, desde las alturas de la torre de marfil y del poder, no conoce más que la sonrisa del sometido y su peligroso servilismo;

