El olvido que seremos
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Read between July 19 - August 5, 2023
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Cuando me doy cuenta de lo limitado que es mi talento para escribir (casi nunca consigo que las palabras suenen tan nítidas como están las ideas en el pensamiento; lo que hago me parece un balbuceo pobre y torpe al lado de lo que hubieran podido decir mis hermanas), recuerdo la confianza que mi papá tenía en mí. Entonces levanto los hombros y sigo adelante. Si a él le gustaban hasta mis renglones de garabatos, qué importa si lo que escribo no acaba de satisfacerme a mí. Creo que el único motivo por el que he sido capaz de seguir escribiendo todos estos años, y de entregar mis escritos a la ...more
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Ahora pienso que la única receta para poder soportar lo dura que es la vida al cabo de los años, es haber recibido en la infancia mucho amor de los padres. Sin ese amor exagerado que me dio mi papá, yo hubiera sido alguien mucho menos feliz.
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«Madre no hay sino una, pero padre es cualquier hijueputa».
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quizá sea por eso que desde que crecí les rehúyo a los grupos, a los partidos, a las asociaciones y manifestaciones de masas, a todas las gavillas que puedan llevarme a pensar no como individuo sino como masa y a tomar decisiones, no por una reflexión y evaluación personal, sino por esa debilidad que proviene de las ganas de pertenecer a una manada o a una banda.
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«Tu preocupación por la dependencia económica prolongada me recordó mis clases de antropología, en donde he aprendido que mientras más avanzada es una especie animal, más largo es su período de niñez y adolescencia. Y creo que nuestra especie familiar es bastante avanzada en todo sentido. Yo también dependí hasta los 26 años, pero nunca tuve preocupación por ello, para hablarte francamente. Puedes estar seguro de que mientras continúes estudiando y trabajando como tú lo haces, para nosotros tu dependencia no será una carga sino una agradabilísima obligación que asumimos con muchísimo gusto y ...more
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Mi abuelo a veces comentaba sobre mí: «A este niño le falta mano dura». Pero mi papá le respondía: «Si le hace falta, para eso está la vida, que acaba dándonos duro a todos; para sufrir, la vida es más que suficiente, y yo no le voy a ayudar».
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«La medicina no se aprende solamente en los hospitales y en los laboratorios, viendo pacientes y estudiando células, sino también en la calle, en los barrios, dándonos cuenta de por qué y de qué se enferman las personas»,
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«El médico profesor tiene que estar por ahí en los caminos, observando, manoseando, viendo, oyendo, tocando, bregando por curar con la rastra de aprendices que le dan el nombre de los nombres: ¡Maestro!… Sí, doctorcitos: no es para ser lindos y pasar cuentas grandes y vender píldoras de jalea… Es para mandaros a todas partes a curar, inventar y, en una palabra, a servir».
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«¿Fue Cristo un vociferador?», se preguntaba. Y decía: «Antes podíamos dormir; caer en la nada, en el vacío místico del sueño. El hispano-catolicismo nos vino a saquear los nervios. Eso es el falangismo: ruido, nada, algarabía. Confunden la religión de Cristo con una corrida de toros. Orgías matinales; gritos del siglo del oscurantismo». Mi papá también apoyaba este punto de vista y sostenía, irónico, que el Padre Eterno no era sordo como para que hubiera que gritarle tanto, y que si se daba el caso de que Dios fuera sordo, como a veces parecía, su sordera no era de oído sino de corazón.
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Todo el que hiciera despertar y participar a los pobres era considerado un activista peligroso que ponía en riesgo el imperturbable orden de la Iglesia y de la sociedad. Cuando, pocos años después, los barrios de Medellín se convirtieron en un hervidero de matanzas y en un caldo de cultivo de matones y sicarios, la Iglesia ya había perdido contacto con esos sitios, al igual que el Estado. Habían pensado que dejarlos solos era lo mejor, y abandonados a su suerte se convirtieron en sitios donde, como maleza, surgían hordas salvajes de asesinos.
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Si hubiera Dios de verdad, a él le tendría sin cuidado que lo adoraran o no. Ni que fuera un monarca vanidoso que necesita que sus súbditos se le arrodillen. Además, si de verdad fuera bueno y todopoderoso, no permitiría que ocurrieran tantas cosas horribles en el mundo. No podemos estar completamente seguros de si hay Dios o no, y tampoco podemos estar seguros de que Dios, en caso de existir, sea bueno, o al menos bueno con la Tierra y con los hombres. Quizá para él nosotros seamos tan importantes como los parásitos para los médicos o como los sapos para tu mamá.
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A raíz de las conversaciones con mi papá (más que por las lecturas, que yo no era capaz de entender todavía), en el colegio, a veces en secreto y a veces públicamente, yo me alineaba con los rusos en una hipotética guerra contra los americanos. Claro que esta fe compartida me duró poco, pues cuando a mi papá lo invitaron a hacer un viaje por la Unión Soviética, a principios de los años setenta, y comprobó que la propaganda de Selecciones tenía mucho de verdad, regresó con una desilusión absoluta sobre los logros del «socialismo real», y sobre todo escandalizado con los niveles insoportables ...more
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En últimas, en asuntos de religión, creer o no creer no es sólo una decisión racional. La fe o la falta de fe no dependen de nuestra voluntad, ni de ninguna misteriosa gracia recibida de lo alto, sino de un aprendizaje temprano, en uno u otro sentido, que es casi imposible de desaprender. Si en la infancia y primera juventud se nos inculcan creencias metafísicas, o si por el contrario nos enseñan un punto de vista agnóstico, o ateo, llegados a la edad adulta será prácticamente imposible cambiar de posición. Los niños nacen con un programa innato que los lleva a creer, acríticamente, en lo que ...more
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no es que uno nazca bueno, sino que si alguien tolera y dirige nuestra innata mezquindad, es posible conducirla por cauces que no sean dañinos, o incluso cambiarle el sentido. No es que a uno le enseñen a vengarse (pues nacemos con sentimientos vengativos), sino que le enseñan a no vengarse. No es que a uno le enseñen a ser bueno, sino que le enseñan a no ser malo.
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y rezaba y rezaba sin parar, porque esas eran cosas que mi Dios nos mandaba para probarnos o para hacernos pagar aquí en la tierra, anticipadamente, algunos de los tormentos del purgatorio, tan necesarios para limpiar el alma antes de poderse hacer merecedora del cielo.
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un único motivo por el que vale la pena perseguir algún dinero: para poder conservar y defender a toda costa la libertad de pensamiento, sin que nadie nos pueda someter a un chantaje laboral que nos impida ser lo que somos.
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siempre y cuando yo escogiera aquello que me hiciera feliz, lo que mis inclinaciones más hondas me indicaran, porque uno no debía contradecir a la naturaleza con la que hubiera nacido, fuera la que fuera, y ser homosexual o heterosexual era lo mismo que ser diestro o zurdo, sólo que los zurdos eran un poco menos numerosos que los diestros, y que el único problema, aunque llevadero, que podría tener en caso de que me definiera como homosexual, sería un poco de discriminación social, en un medio tan obtuso como el nuestro, pero que también eso podía manejarse con dosis parejas de indiferencia y ...more
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lo más grave, siempre, lo más devastador para la personalidad, eran la simulación o el disimulo, esos males simétricos que consisten en aparentar lo que no se es o en esconder lo que se es, recetas ambas seguras para la infelicidad y también para el mal gusto.
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Casi siempre pasa igual: cuando la felicidad nos toca es cuando menos nos damos cuenta de que somos felices, y tal vez las alturas nos mandan nuestra buena dosis de dolor para que aprendamos a ser agradecidos, aunque esta es una explicación de mi mamá que nada explica, y que no pongo como mía, ni suscribo, pero que sí escribo porque mientras la felicidad nos parece algo natural y merecido, las tragedias nos parecen algo enviado desde afuera, como una venganza o un castigo decretado por potencias malignas a causa de oscuras culpas, o por dioses justicieros o ángeles que ejecutan sentencias ...more
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Pero no había plata que comprara la salud en ese cáncer.
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Hay períodos de la vida en los que la tristeza se concentra, como de una flor se dice que extraemos su esencia para hacer perfume, o de un vino su espíritu para sacar el alcohol. Así a veces en nuestra existencia el sufrimiento se decanta hasta volverse devastador, insoportable.
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Los humanos, en el dolor más hondo, podemos sentirnos confortados si en la pena nos conceden una rebaja menor.
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porque la vida, después de casos como este, no es otra cosa que una absurda tragedia sin sentido para la que no vale ningún consuelo.
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Digamos que ya no fue posible para nadie volver a ser plenamente feliz, ni siquiera por momentos, porque en el mismo instante en el que nos mirábamos en un rato de felicidad, sabíamos que alguien faltaba, que no estábamos completos, y que entonces no teníamos derecho a estar alegres, porque ya no podía existir la plenitud. Hasta en el límpido cielo del verano habrá siempre en alguna parte del horizonte, para nosotros, una nube negra.
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«No es la muerte la que se lleva a los que amamos. Al contrario, los guarda y los fija en su juventud adorable. No es la muerte la que disuelve el amor, es la vida la que disuelve el amor».
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Cuando uno lleva por dentro una tristeza sin límites, morirse ya no es grave. Aunque uno no se quiera suicidar, o no sea capaz de levantar la mano contra sí mismo, la opción de hacerse matar por otro, y por una causa justa, se vuelve más atractiva si se ha perdido la alegría de vivir. Creo que hay episodios de nuestra vida privada que son determinantes para las decisiones que tomamos en nuestra vida pública.
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Una de las cosas más duras que tenemos que hacer cuando alguien se nos muere, o cuando nos lo matan, es vaciar y revisar sus cajones.
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«Vivimos en un país que olvida sus mejores rostros, sus mejores impulsos, y la vida seguirá en su monotonía irremediable, de espaldas a los que nos dan la razón de ser y de seguir viviendo. Yo sé que lamentarán la ausencia tuya y un llanto de verdad humedecerá los ojos que te vieron y te conocieron. Después llegará ese tremendo borrón, porque somos tierra fácil para el olvido de lo que más queremos. La vida, aquí, están convirtiéndola en el peor espanto. Y llegará ese olvido y será como un monstruo que todo lo arrasa, y tampoco de tu nombre tendrán memoria. Yo sé que tu muerte será inútil, y ...more
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Y no corrimos a salvarlo, no lo llevamos al aeropuerto en un carro blindado, no lo montamos a la fuerza en un avión. Carlos Gaviria y Alberto Aguirre, mis amigos heredados, se salvaron, se fueron al exilio, regresaron, volvieron a luchar por su país y morirán de viejos, como debió haber muerto mi papá, que en cambio fue asesinado salvajemente, entre otras cosas, por una falta de amor de su hijo, mía, y esto no me lo perdono ni me lo puedo perdonar.
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Los libros son un simulacro de recuerdo, una prótesis para recordar, un intento desesperado por hacer un poco más perdurable lo que es irremediablemente finito. Todas estas personas con las que está tejida la trama más entrañable de mi memoria, todas esas presencias que fueron mi infancia y mi juventud, o ya desaparecieron, y son sólo fantasmas, o vamos camino de desaparecer, y somos proyectos de espectros que todavía se mueven por el mundo. En breve todas estas personas de carne y hueso, todos estos amigos y parientes a quienes tanto quiero, todos esos enemigos que devotamente me odian, no ...more
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Y si mis recuerdos entran en armonía con algunos de ustedes, y si lo que yo he sentido (y dejaré de sentir) es comprensible e identificable con algo que ustedes también sienten o han sentido, entonces este olvido que seremos puede postergarse por un instante más, en el fugaz reverberar de sus neuronas, gracias a los ojos, pocos o muchos, que alguna vez se detengan en estas letras.