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No sería justo decir que es meramente «guapo», porque hay algo más en él, algo que me resulta terriblemente fascinante. No recuerdo haber sentido antes nada parecido. No creo en los flechazos. Ni en el amor, ya puestos. Pero sí creo en el sexo.
¿Por qué a la gente le da tanto miedo admitir que no es inteligente? Pueden asegurar sin pelos en la lengua que son gordos, bajos, delgados, idiotas, torpes o feos, pero casi nadie está dispuesto a decir en voz alta que no es inteligente. Y no pasa nada. No es un delito.
La ignorancia no tiene nada que ver con la inteligencia
mejor arrancar la costra de una herida de cuajo a estar dándole toquecitos con la punta de la uña todo el puñetero día.
Un par de pájaros oscuros vuelan alto, libres; quiero irme con ellos—.
Tejo a toda velocidad otra capa más a mi alrededor. Ya está. Vuelvo a estar protegida, segura. Respiro profundamente.
Sus labios eran suaves y acariciaban los míos con una lentitud enloquecedora. Tuve que sujetarme a sus hombros para mantener el equilibrio.
como algo muy brillante y muy misterioso que te dicen que no puedes tocar. Y
Escucha antes de hablar, Heather. Y observa sin juzgar. Si lo haces, descubrirás esos matices que ahora son invisibles para ti. Caminas medio ciega por el mundo. Te lo estás perdiendo todo.
Quizás es así, quizá la vida es como un libro en el que hay que ir pasando páginas, tropezando, aprendiendo, encontrando… ¿Tú qué opinas?
¿No sería extraño que un ser vivo sin capacidad para sentir tristeza o desolación se suicidase? Es tan contradictorio que carece de lógica; que la naturaleza haga que algo nazca y que ese algo quiera eliminarse a sí mismo. Estamos hechos para vivir. Incluso deseando morir, el instinto te impulsa a seguir adelante un día más.
Creí que después de que descubriese uno de mis muchos pequeños secretos me sentiría incómoda a su lado, pero ha sido justo al revés. Liberador. Como respirar muy profundamente.
Apenas puedo respirar. Gimo. Alarga un brazo y me acaricia la mejilla sin dejar de besarme. Tengo calor. Nunca imaginé que querría desprenderme de toda la ropa en mitad de una tormenta de nieve. En Alaska. Pero ahora mismo es la única idea que cruza por mi mente.
la mayoría de las historias de amor que últimamente caen en mis manos; sé que acabarán juntos, pero no cómo. Y soy lo suficientemente cotilla como para desear averiguarlo.
Yo antes no era así. No era ñoña ni tan sensible ni me pasaba el día recreando en mi mente tontas fantasías propias de una adolescente que compra revistas juveniles solo para rellenar el test que viene al final y que te revelará si tienes un admirador secreto.
abrir regalos siempre me ha sumido en un estado de excitación digno de estudio. Es emocionante.
recuerdo que pensé que, si algún día me enamoraba de alguien, nunca le contaría la parte más fea de mi vida, lo oscuro, y fingiría que ese pasado no existe. Quería dejarlo atrás, olvidarme de quién había sido. —¿Qué quieres decir? Bajo la voz al volver a hablar. —Que me he dado cuenta de que eso no tendría sentido. Si lo hiciese, la otra persona no podría enamorarse de mí, tan solo de lo que le dejase ver, ¿qué valor tendría eso, entonces? Sería un engaño.
le brillaban los ojos como si estuviesen hechos de caramelo fundido.
Saber que el futuro está en blanco y que tenemos un montón de lápices para pintarlo como queramos, juntos.
Ahora me siento egoísta por darle tanta importancia a mis problemas, porque cuando algo tiene solución y es reversible debería
considerarse tan solo un aliciente para superarse a uno mismo, no una razón para tirar la vida por la borda.

