More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
—Algunas personas se cierran tanto en un momento determinado que luego olvidan cómo volver a abrirse a los demás; se vuelven herméticas, necesitan protegerse porque en el fondo tienen mucho miedo o sienten dolor —me dice Sialuk con esa voz delicada que parece quedarse flotando en el aire cuando termina de hablar—. Como tú.
No sentía, no soñaba, no anhelaba,
Solo vivía sin vivir. Solo destruía.
—¿Qué insinúas, Heather? —Que estás roto. En pedacitos. Pequeños. —Lo digo a trompicones y en voz baja, como si cada palabra me la arrancasen a la fuerza.
No quiero que seas mía; quiero que seas libre, tuya, y que aun así decidas que quieres estar solo conmigo».
—El otro día lo dije en serio: estás perfecta sin maquillaje. —Vacía. —¿Te preocupa encontrarte? —No, no lo entiendes. Lo que me preocupa es no encontrar nada.
—¿En qué estás pensando? —pregunta. Trago saliva sin dejar de abrazarlo. —En cómo sería besarte.
—Joder, Heather. —Lo siento. No tengo filtro. —Es que… lo complicas todo. —¿Qué complico? —Me complicas a mí.
—Eres tan increíble, Heather… —Su voz está rota y no sé por qué. Aguanto la respiración mientras sus labios húmedos dejan un reguero de cálidos besos por mi cuello. Se me eriza la piel. Parpadeo. Tengo ganas de llorar. De alegría. De tristeza. De todo—. Alguien debería habértelo dicho cada día de tu vida, todas las mañanas, hasta que terminases creyéndote esa verdad y diciéndotelo a ti misma al mirarte al espejo. Porque es cierto. Lo eres. Ella tiene razón. En algún momento te darás cuenta de que eres Siqiniq. El Sol.
Podría haberme pasado la
vida caminando en círculos por el mundo sin llegar a descubrir jamás cómo es que alguien te bese así, como si fueses el destino al final de un largo recorrido por el desierto.
Dos personas aparentemente rudas y fuertes que en realidad son vulnerables y, de algún modo, siempre estarán unidas por el dolor. Es injusto. Las cosas que pasan a veces. Ahora me siento egoísta por darle tanta importancia a mis problemas, porque cuando algo tiene solución y es reversible debería considerarse tan solo un aliciente para superarse a uno mismo, no una razón para tirar la vida por la borda.
Intento no llorar. Le sonrío. Veo borroso. —Qué suerte la mía. —¿Por qué? —Por encontrarte.
Si algo he aprendido, es que no importa tanto ganar o perder, sino qué personas están a tu lado cuando ganas o pierdes.

