Casi desde el principio, los profetas atribuyeron más importancia al contenido que a las formas de la religión, y así inauguraron uno de los grandes temas de la historia judía, e incluso del mundo. Como dijo el propio Samuel: «Mejor es obedecer que sacrificar, mejor la docilidad que la grasa de los carneros.»155 Defendían los elementos puritanos y fundamentalistas de la religión, en contraposición a las ceremonias vacías y los interminables sacrificios de los sacerdotes.