Durante todo este tiempo, las comunidades judías, distribuidas por todo el territorio de Oriente Próximo y el Mediterráneo, y más tarde por la mayor parte de Europa central y oriental, resolvieron la mayoría de sus problemas legales mediante sus propios tribunales religiosos, de modo que este cuerpo de varios estratos de escritos fue no sólo una obra de investigación permanente sobre el verdadero sentido de la Biblia, sino un cuerpo vivo de derecho comunitario, referido a casos reales y personas concretas.