Después de la caída de Jerusalén quedaban sólo tres centros judíos de resistencia: Herodio, que fue ocupada poco después; Maqueronte, tomada en 72 d. C.; y Masada, el espectacular peñasco de cuatrocientos metros de altura, al borde del desierto de Judea, convertido por Herodes en una gran fortaleza en 37-31 a. C.