Asegúrate de que tu pareja y tú estén de acuerdo en el propósito. Si ambos concuerdan a un nivel consciente de que el propósito de su relación es crear una oportunidad, no una obligación —una oportunidad para crecer, para expresarse, para llevar sus vidas hasta su más alto potencial, para sanar cada falso pensamiento o mísera idea que hayan tenido sobre su persona y finalmente reunirse con Dios a través de la comunión de sus almas—, si toman ese voto en lugar de los votos que han estado tomando, la relación empezará muy bien. Con el pie derecho. Eso es un buen principio.

