Cuando aprendes algo nuevo, esas minúsculas conexiones del cerebro se multiplican y se hacen más fuertes. Cuanto más desafíes a tu mente a aprender, tanto más crecerán tus neuronas. Entonces, aquello que una vez te pareció muy difícil, o incluso imposible –como hablar una lengua extranjera o estudiar álgebra–, de repente resulta fácil. El resultado es un cerebro más fuerte y más inteligente.