Cuando uno falla en otras tareas, es más difícil echarle la culpa a otro, pero cuando algo va mal en una relación, culpar al otro es lo más sencillo. De hecho, en la mentalidad fija se tiene un abanico de opciones limitado. Una de ellas es culpar a tu carácter (que según esa mentalidad es invariable) y la otra es culpar al de de tu pareja. Ya ves lo tentador que resulta endilgarle la culpa al otro.