gracia de Cristo; solo en su gracia». Un santo feliz es aquel que es consciente, al mismo tiempo, de la gravedad del pecado y de la inmensidad de la gracia. El pecado no se reduce, ni tampoco la capacidad de Dios para perdonarlo. El santo mora en la gracia, no en la culpa. Así se define un alma tranquila. La gracia de Dios es el terreno fértil

