Por ejemplo, sé que se mudaban constantemente. No era extraño que mi padre asistiera a dos o incluso a tres colegios en un mismo año. Como no tenían dinero, la vida se convirtió en una continua huida de sus acreedores y los dueños de las casas donde vivían. Esta vida nómada acabó de aislar a esta familia, ya de por sí cerrada. No tenían puntos de referencia permanentes: ni casa, ni ciudad, ni amigos en los que confiar. Sólo la familia. Era casi como vivir en cuarentena.