Si el fútbol es igual que la vida, igual de definitivo, igual de irreparable, igual de severo, entonces no sirve para nada. Lo bueno del fútbol es que se parece a la vida pero hasta ahí, por arribita. El fútbol viene a ser una vida en pequeña escala pero que vuelve a empezar. Cosa que, con la vida de verdad, no sucede. El fútbol es una vida sin muerte, porque siempre hay un partido más, y quién te dice, de repente, estos burros empiezan a jugar bien y remontamos.

