prepararme físicamente para un encuentro potencial con el músico mediante una serie de «reformas». Pero ¿debía reformarme de dentro para fuera o trabajar a la inversa? Hice una lista mental de todos los trabajos aspectuales que tenía que acometer: cabello y vello, uñas (pies y manos), cejas, celulitis, dientes, cicatrices… cosas todas ellas que necesitaban puesta a punto, realce y mejora. Al final decidí empezar de fuera para dentro: al fin y al cabo, la naturaleza suele trabajar así; la muda de la piel, el renacer…