Boston y Cambridge son crisoles culturales, y también ciudades en las que uno hace amigos en las fiestas de despedida. La combinación de una alta tasa de población flotante, en este caso de estudiantes e investigadores, y de muchas amistades genera una situación en la que los mejores apartamentos de Cambridge nunca llegan al mercado. Cuando alguien deja un buen apartamento, siempre tiene algún amigo buscando uno, y los caseros normalmente no ponen trabas a estos traspasos porque les ahorra las molestias de buscar un nuevo inquilino.

