Hace miles de millones de años, poco después del Big Bang, nuestro universo carecía de la capacidad de generar el orden que maravilló a Boltzmann y que nosotros damos por descontado. Desde entonces, el universo ha evolucionado hacia el desorden, tal y como Boltzmann predijo, pero también se ha dedicado a producir burbujas en las que se concentran enormes cantidades de orden físico, o información. Nuestro planeta es un ejemplo paradigmático de estas burbujas.