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January 15 - January 15, 2022
—Puede que no te lo creas, pero no me quedé contigo por lo que eres. —Sus pálidos ojos del Otro Mundo miraron fijamente los míos—. Me
quedé contigo porque me caes bien, Ivy. Porque me importas.
—Bueno, y también porque tienes Amazon Prime —añadió.
Aquello era el colmo del romanticismo en la Orden: la armas de él y las de ella, puestas juntas.
Tienes
que demostrarte a ti misma que sigues siendo la misma cabrona implacable de siempre. No quieres una niñera, ni un guardián. Levanté un poco las cejas.
¡Yo soy goma y tú pegamento! Ren se volvió para mirarle. —¿Qué? —¡Lo que digas me rebota y se te pega!
—¿Por qué iba a hacerlo? Los de tu especie, tu Orden, te matarían en un abrir y cerrar de ojos. Nadie te traicionará, a no ser que quiera enfrentarse a mi ira.
Yo vivía con un ser del Otro Mundo: con un duende. Tink era una lata. Me salía muy caro, y tenía la horrible costumbre de callarse las cosas, pero no era malvado.
Tink apareció en el pasillo, un poco más allá del cuarto de baño. Iba bostezando y movía las alas perezosamente. Llevaba puesto un… ¿un
gorrito de dormir? ¿Qué cojones…? Si hasta llevaba unos minúsculos pantalones de pijama a rayas azules y blancas, y yo no tenía ni idea de dónde los había sacado. Absolutamente ni idea.
Cuando te tenga desnuda, voy a dedicar toda mi atención a diversas partes de tu cuerpo, y luego voy a ponerte debajo de mí, y encima de mí, porque me pone a cien, y por último voy a ponerte delante de mí. Y voy a follarte. Sin piedad.
—Eres una obra de arte. —Hizo una pausa—. Me encantaría clavarte a la pared.
—Te traicionó. Y yo te he vengado.
Resistiendo el impulso de convertirme en la princesa Leia, abalanzarme sobre la cama y rodearle el cuello con la cadena como si fuera Jabba el Hut pero en flaco, pregunté altivamente:
—Eres Ivy Morgan. —Respiraba agitadamente—. Eres una mujer valiente, preciosa y apasionada. Eres increíblemente leal y no merezco tu amor, pero lo acepto. Quiero tenerte cerca de mí, y jamás me arrepentiré de ello. Da la casualidad de que también eres una semihumana. Pero eso no cambia nada: sigues siendo la misma de la que me enamoré.
funcionando con normalidad. Ren respiró hondo. —Entonces no sabía que era amor —prosiguió—. Nunca había sentido por nadie lo que sentía por ti, pero tampoco había estado enamorado hasta ese momento. Y cuando estaba en aquella maldita habitación, antes de que se me fuera la cabeza, sólo podía pensar en ti. En escapar de allí y rescatarte. En estar contigo, en ponerte a salvo. Me importaba una mierda que fueras la semihumana.
Jugó contigo, no estabas en tu sano juicio. Es absolutamente comprensible, pero el caso es que te obligó, Ivy. No tuviste elección, y la Ivy que yo conozco, esa Ivy que me ponía a cien cada vez que me regañaba, la Ivy a la que llegué a respetar y admirar, la Ivy de la que me enamoré como un loco, jamás habría hecho algo así por propia voluntad. Así que no te culpes. No eches sobre ti esa carga.
—No te disculpes por eso jamás. Puedes volver a llorar todo lo que quieras, para eso estoy aquí. No quiero estar en ningún otro sitio.

