Sí, tienes un aspectu de lo más ferrroz —dijo—. Seguru que quieres a tu hermaniño, si enfréntaste a estos monstruos por él. Y Tiffany no pudo detener sus pensamientos. «No lo quiero. Sé que no lo quiero. Es demasiado... pegajoso, no puede seguirme el ritmo y tengo que pasar demasiado tiempo cuidando de él. No puedo hablarle, siempre quiere algo.» Sin embargo, sus Segundos Pensamientos dijeron: «Es mío. ¡Mi territorio, mi hogar, mi hermano! ¡Cómo se atreven a tocar lo que es mío!».