Bolsa de Ratas se arrastró por una rama. No era un gato al que se le diera bien cambiar su forma de pensar, pero sí que era bueno buscando nidos. Había oído a los pájaros piar desde el otro lado del huerto e, incluso desde el pie del árbol, había visto tres piquitos amarillos en el nido. Así que avanzó, con la boca hecha agua. Ya casi estaba... Tres Nac Mac Feegle se quitaron los picos de paja y le sonrieron alegremente. —¡Hola, señor don gatu! —exclamó uno—. Non aprendemus, ¿eh? ¡Pío!