Un águila ratonera gritó en algún lugar del alba gris. Tiffany levantó la mirada, la observó dar vueltas a la luz del sol y vio que un puntito diminuto se soltaba del pájaro. Aquella caída, desde tanta altura, no podría soportarla ni un pictsie. Tiffany se puso en pie a toda prisa mientras Hamish caía dando bandazos por el cielo. Y entonces... algo se infló encima de él, y la caída se convirtió en un suave descenso, como el de un milano.