Naird

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Decía: «Otro día de trabajo y sigo Dolorido»; o: «Me levanto Dolorido por la mañana y me voy a la cama Dolorido»; o incluso: «Dolorido de la cabeza a los pies». No eran tan graciosos después de la tercera vez, aunque Tiffany lo echaba de menos si no oía al menos uno a la semana. No tenían por qué ser divertidos, porque eran chistes de padre. En cualquier caso, lo escribiesen como lo escribiesen, todos sus antepasados se habían sentido demasiado Doloridos para marcharse.
Los pequeños hombres libres (Discworld, #30)
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