La señorita Robinson había robado un bebé, Puntualidad Acertijo, muy querido por sus jóvenes padres, aunque le hubiesen puesto ese nombre (el razonamiento era que si a los niños les daban nombres de virtudes, como Paciencia, Fe y Prudencia, ¿qué tenía de malo un poquito de gestión del tiempo bien entendida?).