Lo mejor que hicieron jamás los humanos —dijo—. Tomaré solo un sorbiño ben grande, Fion. —Hace que te salga pelo en el pecho —le advirtió Tiffany. —Aj, buenu, por una gota del linimento especial para ovejas de Sarah Dolorido, meréceme la pena arriesgarme a un par de rizos —respondió la kelda. Cogió la taza de cuero que le ofrecía Fion, que era del tamaño de un dedal, y la sostuvo en alto. —Non creo que convéngate, madre —dijo Fion. —Eso juzgarelo yo esta vez. Una gotiña antes de marchar, por favor, kelda Tiffan.