Y un día, Tiffany oyó que su padre decía a su madre, en voz baja: «Fue un viejo truco de pastor, nada más. Una oveja vieja lucha como un león por su cordero, todos lo sabemos». Así funcionaba. No era magia en absoluto. Pero en su momento, había sido mágico. Y las cosas no dejaban de ser mágicas solo porque descubrieras cómo se hacían...