Naird

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Tiffany se preguntó si podría leer la mente. —¿La mente? No —dijo la señora Ceravieja, subiendo a su escoba—. Las caras, sí. Ven aquí, jovencita. —Tiffany obedeció—. Lo que tiene la brujería es que no se parece en nada a la escuela. Aquí primero apruebas el examen y después te pasas unos años averiguando cómo lo aprobaste.
Los pequeños hombres libres (Discworld, #30)
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