Acabas de decir algo muy valiente, pero espero que ahora, después de habértelo pensado bien, sientas haberlo dicho. ¿Es así? —Roland, que había cerrado los ojos, asintió con la cabeza—. Bien. Hoy voy a hacer queso. Puede que mañana haga otra cosa. Y puede que dentro de poco me vaya, y entonces te preguntarás: «¿Dónde está?». Pero parte de mí siempre estará aquí, siempre. Siempre estaré pensando en este lugar. Lo tendré vigilado. Y volveré. Ahora, ¡vete de una vez!