—Las constituciones terminan por convertirse en una tiranía —dijo Paul—. Organizan el poder a tal escala que llega a ser arrollador. La constitución es la movilización del poder social, y este no tiene conciencia. Puede aplastar tanto al más grande como al más pequeño, y barre toda dignidad e individualidad. Tiene un punto de equilibrio inestable y no conoce limitaciones.