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Kindle Notes & Highlights
—La razón es lo primero que se pierde cuando uno se deja llevar por las emociones más intensas
—Tengo mentiras preparadas para él —dijo Irulan—. Sin duda tiene el sentido de la verdad, pero algunas mentiras son más fáciles de creer que la propia verdad.
No están locos, sino entrenados para creer en lugar de para saber. Las creencias se pueden manipular. Tan solo el conocimiento es peligroso.
«Usar la fuerza bruta es volverse infinitamente vulnerable a las fuerzas superiores».
«Los mitos siempre se entremezclan con los hechos»,
—El engaño es un instrumento de la política —asintió Irulan.
—Las constituciones terminan por convertirse en una tiranía —dijo Paul—. Organizan el poder a tal escala que llega a ser arrollador. La constitución es la movilización del poder social, y este no tiene conciencia. Puede aplastar tanto al más grande como al más pequeño, y barre toda dignidad e individualidad. Tiene un punto de equilibrio inestable y no conoce limitaciones.
—La gente siempre espera lo peor de los ricos y de los poderosos, señor.
—Conozco a mi padre tanto como lo conoció mi madre —dijo—. Hasta el último detalle de cada una de las experiencias que vivieron juntos. En cierto sentido, soy mi madre. Poseo todos sus recuerdos hasta el momento en que bebió el Agua de Vida y entró en el trance de la transmigración.
El hombre sabio se moldea a sí mismo; el estúpido vive solo para morir.
soportarse a uno mismo podía llegar a ser la tarea más complicada de todo el universo.
—Lo que digo no suele coincidir con lo que pienso —dijo Stilgar—. A eso se le llama diplomacia.
—Los actos más burdos también llevan implícitos su propio mensaje —dijo Paul.
No había máquina capaz de funcionar del mismo modo que una mente humana.
—No debemos llorar a los que nos son queridos antes de su pérdida.
No importa cuán exótica se vuelva la civilización humana, tampoco el desarrollo de la vida y la sociedad ni la complejidad del interfaz máquina/hombre; sea como sea, siempre se producen interludios de solitario poder durante los que el curso de la humanidad, el mismo futuro de la humanidad, depende de las acciones relativamente simples de un único individuo.
La intrincada palabrería de los legalismos tiene lugar debido a la necesidad de ocultarnos a nosotros mismos la violencia que empleamos hacia los demás. Entre privar a un hombre de una hora de su vida y privarle de su vida entera solo hay una diferencia de magnitud. En ambos casos usamos la violencia contra él, consumimos su energía. Elaborados eufemismos pueden disimular nuestra intención de matar, pero tras todo uso del poder contra otro la premisa que se esconde detrás es la misma: «Me alimento de tu energía».
Existe un límite a la fuerza que hasta los más poderosos pueden aplicar sin destruirse a sí mismos. Calcular dicho límite es el auténtico arte de gobernar. El mal uso del poder es un pecado fatal. La ley no puede ser un instrumento de venganza, nunca un rehén y tampoco un refugio contra los mártires que ha creado. Uno no puede amenazar a un individuo y librarse de las consecuencias.
Hemos perdido esa noción de la vida tan clara y sencilla. Si algo no puede ser embotellado, dominado, etiquetado o almacenado decimos que no tiene valor.
somos tan ricos en dinero y tan pobres en vida.