Una tarde que paseo por la calle de Serrano con María Luisa vemos agolpada la gente en el portal de una casa. Es un hombre con dos sacos de enormes zanahorias de las que antes se daban a los cerdos. —¿A cómo las vende? —A diez pesetas el kilo. Nos quitamos los pañuelos, y María Luisa habla de quitarse la combinación en un rincón del portal para envolver las zanahorias… Volvemos cargadas a casa.




