—¡No quiero decirte lo que ha sido esto al otro día!… Asaltan la cárcel, sacan a los fascistas… los fusilan, los maltratan… ¡Han fusilado sin piedad! —¡Muy mal hecho! –protesta la tía… que no se remediaba ya nada con eso. Y ahora los otros lo sabrían, y vendrían otra noche y…–. ¡Válgame Dios, qué vida esta! ¡Yo no duermo una noche tranquila!




