Palomaleca

77%
Flag icon
Pero se acaban las zanahorias, y María Luisa y yo nos pasamos todos los días por el portal donde las compramos con la esperanza de que vuelva el hombre que las vendió… No vuelve más. —¡Ya deben estar las de tu casa! No hace falta más que esta insinuación para que las arranquemos todas. Son chiquitas y tiernas. Pero ¡qué delicia sacarlas de la tierra esponjosa y negra! Guadalupe las va colocando en un cesto en silencio. De pronto, dice: —¡Qué milagro es éste, no es verdad, señorita! Mientras nosotros andamos de acá para allá, y nos afanamos en unas cosas y en otras haciendo tanto ruido, la ...more
Celia en la revolución
Rate this book
Clear rating
Open Preview