SEGOVIA, 1936 El abuelito deja el periódico violentamente y suelta una palabrota. Teresina le mira con los ojos redondos de asombro y María Fuencisla, que come su sopita, hace un puchero con su boquita fruncida. —¡Abuelito, que has asustado a las nenas! —¡Más asustado estoy yo! ¿No sabes lo que pasa? ¿No? —No, abuelito, no, no lo sé. —Se ha sublevado la guarnición de África.




